08 marzo, 2006

Y ahora me da por hacer un Blog


Me llamo Javier Pérez Martín. Nací el Año de Gracia de Nuestro Señor de 1978, lo que me convierte en un miembro de la conocida Generación X . Estudié Ingeniero Agrónomo en la Universidad Pública de Navarra; donde hice grandes amigos que nunca olvidaré y que nunca olvido, y donde conocí a mi futura mujer, Beatriz.
Ya a la tierna edad de 17 años (no tan tierna después de todo), yo ya sabía que me quería dedicar al mundo del vino, así que antes de terminar la ingeniería ya tenía en mente estudiar enología.
Los hazares de la vida me llevaron a Cataluña, donde también volví a hacer gran cantidad de buenos amigos, además de conseguir hacer lo que siempre quise, convertirme en enólogo. Con tan buena suerte que al final conseguí ser el número uno de la clase; conseguí el Premio Extraordinario Fin de Carrera en la Universidad Rovira i Virgili correspondiente al año académico 03-04 (Enología en Tarragona comienza en febrero). Éste premio no ha servidopara nada más que hacer que mis padres se sientan orgullosos de mí, adornar el salón de nuestra casa, y cómo no para hacerme sentir satisfecho por un trabajo bien hecho. Pero de resto, nada. Queda muy bonito en el currículum, pero no te hace subir puestos en el ranking, eso lo da la experiencia. A lo mejor cuando vaya ganándo más y más, este premio se valorará en su justa medida.
La cuestión es que vine a esta tierra riojana de la mano de un amigo de mi padre (también tinerfeño)...Ahora que pienso, creo que no he aclarado que soy de S/C de Tenerife. Trabaja ahora como distribuidor de vinos y también es enólogo por la Univeridad de La Rioja (antes de que existiese la titulación de Licenciado en Enología) me puso en contacto con una familia bodeguera en Cenicero.
En Cenicero iba a ser mi segunda vendimia completa, y ha sido la peor de mi corta vida :) Pero ha sido la peor por los horarios, las penurias, el ritmo de trabajo, pero de momento, es de la que guardo un mayo cariño. Los rigores de una empresa familiar, en la que todos, sobre todo los de fuera, han de arrimar el hombro hicieron mella en mí. Al principio me acojoné y quise escapar de allí como alma que lleva el diablo... Pero ahora, a pesar de la explotación sufrida, recuerdo los momentos que trabajé después de la vendimia como los más enriquecedores. verdaderamente me sentía valorado en esa empresa, pero mi decisión de encontrar un trabajo más técnico me hizo echar las alas a volar de Cenicero...para recalar en Villabuena de Álava.
Pero eso, lo cuento mañana, que ya hace bastante sueño...